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Obreros, amas de casa, jubilados y comerciantes ambulantes principales víctimas del COVID-19

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Con información de EFE y la Redacción

 

Ciudad de México.- (Fotografía/cortesía Telemundo) Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) revela que el 94% de los mexicanos fallecidos por COVID-19  fueron: obreros, amas de casa, jubilados y comerciantes ambulantes de clase baja, quienes no tuvieron la alternativa de trabajar en modo “home office”, saliendo  en busca de ingresos para subsistir, contagiándose del virus.

El 11 de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que la COVID-19 debía caracterizarse como una pandemia. A poco más de un año, esta enfermedad ha producido 118,617,492 casos y cobrado la vida de 2,631,091 personas alrededor del mundo. A esa misma fecha, en México se han reconocido oficialmente 2,144,588 casos, 192,488 muertes, y una letalidad del 9%, colocando a nuestro país en el décimo tercer lugar con mayor número de casos y el tercer país con más muertes en el planeta.

 

Las inequidades en los determinantes sociales de la COVID-19, como la pobreza y el acceso a la atención médica que afectan a los grupos vulnerables en México, están interrelacionados e influyen en el riesgo de enfermar y morir a causa de este padecimiento, señalan en su estudio “Impacto de los determinantes sociales de la COVID-19 en México” los investigadores del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, Alejandro Cortés-Meda y Guadalupe Ponciano-Rodríguez.

 

El reporte destaca entre otros aspectos, carencias de servicios de salud y económicas, hacinamiento, problemática familiar, insalubridad en la vivienda y el ambiente, inseguridad social, discriminación y trabajos que requieren realizarse de manera presencial (empacadores, agricultura, servicios, atención médica, entre otros).

 

La mitad de las personas que murieron por COVID-19, indica la investigación, no concluyeron sus estudios de educación básica primaria y la pobreza en que vivieron  muestra la desigualdad que existe en México. Por las características de su entorno tienen mayor exposición a factores de riesgo al tiempo que tienen menos factores protectores o recursos para hacer frente a las enfermedades. La población urbana de bajos ingresos en municipios de alto nivel socioeconómico ha sido más propensa a contagiarse y morir por Covid-19.

 

Una de cuatro personas con COVID-19 recibió atención hospitalaria

 

El documento indica que  el nivel escolar es importante, porque permite a las personas  estar bien informadas para la toma de decisiones oportunas en temas de salud que prevengan enfermedades como el COVID -19. La pandemia del SARS-CoV-2 se trata, sin lugar a duda, de uno de los desafíos más serios que ha enfrentado la humanidad en tiempos recientes y nuestro país no es la excepción.

 

Las personas de mayores ingresos pudieron hacerle frente a la pandemia desde casa reduciendo la gravedad y mortalidad del COVID-19; mientras que obreros, amas de casa, jubilados y comerciantes ambulantes no tuvieron otra opción que salir de casa a trabajar con el riesgo de contagiarse  como ocurrió y convertirse en un foco de infección para el resto de sus familiares.

 

Alrededor del 92% de las muertes ocurrieron en instituciones públicas de salud,  de las cuales el 50% se dieron en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), mientras que en hospitales privados solo sucedieron 2 % de las muertes, precisa el reporte al ubicar a México como el cuarto país con más muertes por COVID-19  a nivel mundial con más de 221,000 decesos y casi 2.4 millones de contagios confirmados.

 

Con la crisis sanitaria aumentó la pobreza al sumarse entre 8.9 y 9.8 millones de mexicanos con un ingreso inferior a la Línea de Pobreza por Ingresos, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

 

El análisis citó “diferencias muy pronunciadas” en la tasa de mortalidad de los estados, con Ciudad de México a la cabeza con un índice de 318 fallecidos por 100,000 habitantes, seguido de Baja California con 210 y Sonora con 199, ambos en el noroeste. En contraste, las más bajas han sido en Chiapas (25), Oaxaca (73) y Michoacán (98), en el sur.

 

El reporte también señaló que sólo uno de cada cuatro contagiados, el 25%, recibió atención hospitalaria. “A nivel nacional, solo una de cada cinco personas fallecidas por Covid-19 fue atendida en una Unidad de Ciudades Intensivos (UCI)”.

 

A un año de la pandemia de COVID-19 en México

 

Paradoja de paradojas: no llegó con un viajero proveniente de China, sino con una persona que había acudido a una reunión en Italia, aseguró Carlos Magis Rodríguez, doctor en salud pública y profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM al hablar el primer caso diagnosticado e COVID-19 en México.

 

Todavía tenemos en la memoria los primeros anuncios de las autoridades federales que llamaban a la tranquilidad y que no pedían el uso de cubrebocas ni la distancia social. Por unas semanas seguimos nuestra vida como si la pandemia no fuera cosa nuestra. Ahora, un año después, discutimos en público --y lo seguiremos haciendo en la academia por mucho tiempo--, las acciones que podríamos haber tomado y que nos hubieran ahorrado un sufrimiento innecesario.

 

A finales de mayo del año pasado, después de dos meses con medidas de sana distancia, terminó la cuarentena más duradera que ha tenido México en su historia. Sin embargo, al suspenderse esta medida, el número de casos llegó al pico de la primera mitad del año. Al mismo tiempo comenzamos a conocer los estudios sobre las defunciones por COVID-19 que no llegaron al reporte epidemiológico. Todavía faltaba la segunda ola de finales de diciembre que sería el doble de intensa.

 

Todos los días revisamos el reporte de los casos, recelosos de que se esté desarrollando una tercera ola que tal vez nunca llegue, debido a que la segunda ola probablemente dejó al 45% de la población con anticuerpos que --sumados al 10% de la población ya protegida con una dosis de vacuna y el uso generalizado de cubrebocas y lo que nos queda de distancia social--, nos acerque a una inmunidad de grupo que haga más difícil que el virus encuentre personas susceptibles.

 

Se tiene ya la experiencia de que los países que encabezan la vacunación empiezan a ver la disminución en el número de casos hospitalarios cuando se acercan al 50% de la población con inmunidad. La excepción ha sido Chile, país que, aunque mantuvo una cuarentena estricta y alcanzó ya el 50% de su población con vacuna, lo hizo mediante la aplicación de la vacuna Sinovac.

 

Sus expertos han calculado que dicha vacuna confirió solamente un 3% de protección con una dosis, en comparación con el 63% de protección que proporcionó la vacunación con Pfizer en Israel.

 

Durante este mes de mayo comenzará la vacunación del grupo de edad de 50 a 59 años en México; como dicho grupo tiene menos población que el grupo de 60 años y más, suponemos que será cubierto en dicho mes y que para junio comenzará la vacunación de las personas de entre 40 y 49 años.

 

Si seguimos a ese ritmo, habremos vacunado con al menos una dosis a todos los mayores de 20 años probablemente para septiembre.

 

Dicha condición, sumada a la promesa oficial de vacunar al personal académico y administrativo de las escuelas de la Ciudad de México que incluyen a nuestra Universidad, nos permite pensar en un regreso a la vida académica presencial.