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Mujeres lideran desarrollo rural en Valle de Bravo

Sostenibilidad
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Fundación FEMSA y Procuenca Valle de Bravo han llevado acceso a agua a más de 600 familias en la cuenca Valle de Bravo-Amanalco.

El proyecto involucra a jefas de familia, quienes desarrollan capacidades técnicas para construir ecotecnias y de liderazgo para aplicar en distintos aspectos de su vida.

Las ecotecnias ofrecen soluciones integrales a necesidades de las comunidades a la par que promueven la sostenibilidad de los recursos naturales.

Ciudad de México.- La cuenca Valle de Bravo-Amanalco, en el Estado de México, produce el 10% del agua utilizada en Toluca y la zona conurbada de la Ciudad de México. Sin embargo, alrededor de 3,000 familias asentadas en la cuenca carecen de acceso al líquido. Fundación FEMSA y Procuenca Valle de Bravo promueven el desarrollo en estas comunidades a través del acceso a servicios de agua y saneamiento.

 

Esthela García vive con su hija y su mamá en Valle de Bravo-Amanalco. Como ella, muchas otras mujeres se hacen cargo de sus familias mientras los hombres emigran a las grandes ciudades en busca de oportunidades de trabajo. Para ellas, la falta de agua es una limitante para el desarrollo: además de cuidar de sus hijos, cocinar, limpiar y otras actividades, pasan gran parte del día caminando hasta el río, su única fuente del líquido. Esta es una de las causas por las que muchas niñas no continúan sus estudios.

Desde 2008 Fundación FEMSA y Procuenca Valle de Bravo proveen herramientas que las mujeres de la región necesitan para impulsar su desarrollo y empoderarlas. Al día de hoy, las organizaciones han beneficiado a más de 600 familias a través de la construcción de cosechadoras de agua de lluvia y otras infraestructuras que conforman un paquete familiar (ecotecnias) y que ofrecen soluciones integrales a sus necesidades.

"Nuestra visión es llevar acceso a agua segura y saneamiento a las comunidades donde operamos. Involucramos a los habitantes desde el inicio de cada proyecto para desarrollar sus capacidades y fomentar cambios de comportamiento que nos permitan lograr la sostenibilidad de las intervenciones", dijo Carlos Hurtado, Gerente de Desarrollo Sostenible de Fundación FEMSA.

El compromiso de la comunidad ha sido esencial para el éxito del proyecto. Las jefas de familia participan en capacitaciones donde aprenden a construir y mantener en operación las ecotecnias, como las cosechadoras de agua de lluvia. De esta manera desarrollan habilidades que pueden aplicar en otros aspectos de su vida, como Esthela, quien fue beneficiaria y desde 2009 lidera el proyecto.

"Me ha dejado mucho conocimiento. Al principio se batalla pero después disfrutas mucho trabajando con la gente en las comunidades", comentó Esthela García, capacitadora del proyecto.

Las ecotecnias ofrecen soluciones integrales a necesidades de las comunidades a la par que promueven la sostenibilidad de los recursos naturales. Además de acceso a agua con cosechadoras de agua de lluvia, el proyecto incluye la construcción de baños secos, fogones que reducen el consumo de leña en 50% y huertos de traspatio. 

Involucrarse en la construcción de las ecotecnias ha provocado cambios positivos en la percepción que tanto la comunidad como las mujeres tenían de sí mismas. Como Irene, quien vive en San Jerónimo 3era sección señala, "muchas veces pensamos que son cosas que uno no puede hacer, pero son muy sencillas y con las capacitaciones aprendimos a hacer las ecotecnias". Ahora, las mujeres de la comunidad no solamente tienen más tiempo para dedicar a su familia, sino que han desarrollado capacidades que les permitirán mejorar su futuro.

¿Cómo funcionan las cosechadoras de agua de lluvia?

Estos sistemas permiten acceder a agua a solamente unos pasos del hogar, incluso durante temporadas de sequía.

1. El agua es recolectada en el techo de la casa y transportada a través de una canaleta.

2. Pasa por un filtro de arena antes de ser almacenada en una cisterna con capacidad de 10,000 litros.

3. Con una bomba manual el agua pasa de la cisterna a una pileta para tener fácil acceso al líquido.

Las cosechadoras están pintadas con pigmentos a base de cal y nopal que permiten eliminar el crecimiento de microalgas, larvas y parásitos. Además cuentan con un lavadero conectado a un estanque de estabilización que filtra las aguas residuales.