Por Agustina Pérez */ iadb.org
Washington, DC.- Los primeros 1000 días de vida de los niños y niñas son fundamentales para garantizar el máximo desarrollo de sus potencialidades. La inversión que se haga en este período no solo es necesaria para garantizar derechos, también es costo-efectiva. ¿Qué pensaría usted si le contara que por cada dólar invertido podría obtener un retorno de entre 6 y 17 dólares? Garantizar derechos no es solo un imperativo jurídico y ético, también es un buen negocio.
La primera infancia importa
Según datos de UNICEF, el 18% de los niños y niñas de Latinoamérica menores de 5 años están en peligro de no alcanzar su potencial de desarrollo. En el mundo, ese porcentaje asciende al 43% o a 249 millones de niños y niñas.
El cerebro de los niños y las niñas es lo más preciado que tienen
producto de los genes, pero también del entorno. Una combinación de lo innato y lo adquirido. Comienza a desarrollarse antes del nacimiento, y crece durante los primeros 1000 días y hasta los 5 años. Durante los primeros 1000 días las neuronas pueden formar hasta mil nuevas conexiones cada segundo. Ello no volverá a repetirse en la vida. El tipo y calidad de tales conexiones determinará el desarrollo cognitivo, social y emocional de niños y niñas, e incluso su bienestar actual y futuro.
¿Qué se necesita?
Creo no equivocarme al pensar que estamos de acuerdo en que queremos niños y niñas felices y naciones prósperas. Para ello necesitamos brindarles cuidados adecuados. Esto es: atención sanitaria; nutrición; protección contra todo tipo de violencia física o emocional, malos tratos y abandono, pero también contra contaminación y afectaciones al medio ambiente, catástrofes naturales, conflicto o guerra; estimulación positiva y cuidados responsables; y abundantes oportunidades de aprendizaje.
¿Qué tienen que ver las empresas del sector privado en todo esto?
Si bien madres, padres y cuidadores son el factor más importante para dar el mejor comienzo posible de la vida, ellos no están, ni deben estar solos. El Estado y el sector privado deben contribuir.
Grandes, medianas o pequeñas, las empresas tienen múltiples herramientas para contribuir a garantizar el derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo de niños y niñas de hoy (y la productividad de los/as empleados/as del futuro). Además, tienen la responsabilidad corporativa de respetar los derechos de niños y niñas y el compromiso corporativo de promoverlos.
¿Cuándo y cómo lograrlo?
Ahora y juntos. El sector privado tiene un rol fundamental en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y particularmente en el compromiso de no dejar a nadie atrás. Aquí algunas ideas sobre los aspectos en los cuales puede actuar el sector privado:
Reducir la informalidad laboral y ofrecer condiciones de trabajo dignas para padres y madres que permitan el acceso a la seguridad social y niveles salariales adecuados para costear gastos de cuidado y educación de niños y niñas contribuye, por ejemplo, a los ODS 1, 2, 4, 5, 8 y 10.
Establecer políticas de conciliación laboral para hombres y mujeres en tanto las mujeres no son las únicas responsables de cuidar. Establecer licencias por maternidad, paternidad y parentales acordes a los estándares y buenas prácticas internacionales; promover la lactancia materna, habilitar lactarios, facilitar el acceso a servicios de cuidado infantil, promover horarios de trabajo flexible y teletrabajo; y permitir a padres y madres acudir a citas médicas prenatales y posnatales contribuye a los ODS 3, 5, 8 y 10.
Garantizar productos y servicios seguros y asequibles, con marketing y publicidad responsable contribuye al ODS 2, 3, 5 y 9. Por ejemplo, generando hábitos de alimentación saludable y produciendo alimentos asequibles, convenientes y deseables, hace que niños/as y familias tomen mejores decisiones alimentarias, así como campañas de publicidad no sexista y prácticas de marketing que respeten la madurez y capacidad de discernimiento de niños y niñas.
Liderar con el ejemplo realizando ejercicios de debida diligencia y haciendo seguimiento de sus cadenas de valor a través de controles sobre proveedores, sus políticas y espacios de trabajo; garantizar análisis de impacto medioambiental sobre niños y niñas y establecer políticas de energía, transporte y consumo sostenible; e incorporar los derechos de niños y niñas en las políticas de derechos humanos y de RSE contribuye sin dudas al cumplimiento de los ODS 2, 6, 7, 11, 12 y 17.
Invertir en la primera infancia a través de recursos económicos, políticos y sociales para el cumplimiento equitativo y sostenible de derechos de niños y niñas, por ejemplo, apoyando programas de respuesta a emergencias y conflicto armado, de educación de calidad y sensible a la cultura, de recuperación de espacios verdes, etc. contribuye a los ODS 4, 10, 11, 13, 16 y 17.
Con intervenciones tempranas, las inequidades y disparidades sociales pueden erradicarse. Los niños y las niñas de hoy, serán los y las trabajadores/as cualificados de mañana. El 65% de la riqueza de las naciones es su capital humano. La inversión que hagamos hoy definirá nuestro futuro.
*es abogada especialista en derechos humanos, género y derechos de la infancia. Sus opiniones son personales y no reflejan necesariamente las de la oficina en que la autora se desempeña.