Las redes sociodigitales tendrán un papel primordial
Ciudad de México, UNAM. - The Women’s March o la Marcha de las Mujeres en Washington cumple este año su primer lustro, y aunque no existe una fecha específica para la movilización de 2022, parece indicar que estará enfocada a la interseccionalidad, es decir, a la lucha contra el racismo, el sexismo, la injusticia social y, en particular, por los derechos ambientales, afirma Daniela Villegas Mercado, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.
La especialista en activismos feministas destaca que la actual administración de Estados Unidos integró a su gabinete a 48 por ciento de mujeres y 52 por ciento de personas afroamericanas, latinas y otras minorías que, de acuerdo con los analistas, es un conjunto histórico que rompe con las barreras por su diversidad, al cual “no estábamos acostumbradas a ver y en cuyos discursos, estemos o no de acuerdo, existe un debate sobre aquellos grupos que por lo general no habían estado representadas”.
En la actualidad, al interior del feminismo estadounidense existe un momento de crítica hacia esa otra acción colectiva blanca e invita a que las mujeres que tienen situaciones de mayor privilegio racial o de clase, se abran a otros tipos de presencias al interior de estos movimientos sociales.
Daniela Villegas resalta que el presidente estadounidense, Joe Biden, trata de posicionarse ante el mundo como un político demócrata; sin embargo, al interior de su país no es bien aceptado y carece de popularidad. En noviembre de 2021 tuvo un nivel de desaprobación de 41 por ciento, según la agencia EFE. “Creo que tiene un poco de mayor simpatía en el exterior, que en su propio país, ello lo limita mucho para avanzar en algunos temas de los derechos de las mujeres”.
En el ámbito del aborto, en el cual se centró la marcha de 2021 (realizada en octubre), en respuesta a la ley aprobada en Texas que prohíbe la interrupción del embarazo después de seis semanas de gestación, indica que cada estado de esa nación tiene su propia legislación y se maneja de acuerdo con sus normas. No obstante, Biden prometió defender los derechos de ellas y señaló que la prohibición casi total del aborto en esa entidad viola la Constitución de Estados Unidos.
La aprobación de la ley, acotó, va completamente contra sus derechos humanos en todas sus dimensiones, no solo por el nivel de precariedad económica de un sector y porque algunos de los centros donde se práctica han sido cerrados y otros están lejos, sino también porque disminuyó el número de semanas en las que se puede practicar de manera legal.
Advierte que lo anterior podría generar más riesgos, porque numerosas estadounidenses seguirán teniendo abortos, pero en una situación de ilegalidad y de mayor vulnerabilidad, algo que también afecta a las mexicanas que residen en entidades cercanas a la frontera entre ambos países, “porque hay quienes viven en el norte del país y cuentan con visa, y viajaban a Texas para interrumpir sus embarazos; ahora no podrán hacerlo más debido a las normas adoptadas en ese estado de la Unión Americana”.
Puntualiza que para 2022, debido a la crisis sanitaria por la COVID-19, se espera que las redes sociodigitales tendrán papel primordial en esta movilización, a través de Facebook, Twitter, Instagram, etcétera, ya que realizarán sus protestas por medio de hashtag, fotografías y memes, entre otros recursos.
Aunque aún no existe una fecha establecida para la próxima marcha en Estados Unidos ni un tema específico, “creo que se enfocará todavía en esta discusión de lo racial, de la diversidad y, sobre todo, en el tema del medio ambiente y en la búsqueda de un entrelazamiento entre diversos grupos políticos de éstas”, añade.
Para Villegas Mercado una repercusión de ese movimiento en EU podría ser en la comprensión del activismo feminista en el mundo. “Debemos pensar que ahora se habla mucho de interseccionalidad, término acuñado en la década de 1990 por la afroamericana Kimberlé Crenshaw, y que se ha divulgado por el mundo y que intersecta clase, raza, etnia y muchos otros elementos en una persona, no solamente se es mujer, sino también se es indígena, lesbiana, etcétera”.
La experta universitaria recuerda que esta tendencia surgió el 21 de enero de 2017. “Todo inició cuando una abogada estadounidense, Teresa Shook, quien vivía en Hawái, una vez que se enteró que Donald Trump había sido electo presidente de Estados Unidos generó una página en Facebook para convocar a una protesta contra ese proceso, y así lo hizo también Bob Bland, activista de otra entidad de la Unión Americana, ambas movilizaciones se combinaron y se dieron cuenta que las participantes fueron, en su mayoría, anglosajonas”.
Ante ello, prosigue, se consideró invitar a activistas de diversos grupos: afroamericanas, latinas, musulmanas, etcétera, por lo que participaron la afroamericana Tamika D. Mallory; la chicana Carmen Pérez, y Linda Sarsour, estadounidense de origen palestino. “Ellas serían copresidentas de esta marcha”.
El discurso principal de esa primera movilización fue establecer una agenda para las personas que estuvieron fuera del discurso del entonces presidente Donald Trump: los derechos de los homosexuales, igualdad racial, reforma migratoria en beneficio de los indocumentados, entre otros temas.
El motivo primordial de la posterior marcha (2018) se refirió a la inclusión de aquellas indígenas nativas estadounidenses, con discapacidades, transgénero, latinas y de quienes luchan por las garantías medioambientales, una serie de elementos en donde se conjugaron clase, raza, etnia y religión.
Sin embargo, la movilización se ha visto escindida por cuestiones ideológicas, además de la crítica de que se convirtió más en un producto que en un activismo encaminado a la lucha por las garantías fundamentales, concluye.