Leticia Murillo Garza, psicóloga egresada de la UANL, pone sobre la mesa algunas estrategias para hacer frente al diagnóstico de cáncer en menores de edad. Sugiere, entre otros puntos, que los menores expresen sus sentimientos y apegarse a protocolos que permitan un mejor tratamiento
Por: Eduardo RodríguezPalacios
Monterrey, México, UANL.- El miedo, la ansiedad y el enojo son algunas de las emociones que se manifiestan en un infante cuando sabe que fue diagnosticado con cáncer.
La psicóloga Leticia Aglae Murillo Garza señala que todas ellas son reacciones normales y no solo del niño, sino de toda la familia, porque finalmente una situación como esta afecta a todos, y agrega que “hay que evitar decirle al menor que no tenga miedo, enojo o tristeza, sino que exprese sus emociones”.
De acuerdo con la egresada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, cuando el pequeño ya es consciente del diagnóstico, entre las preguntas que les plantea a los padres están el “¿por qué?”, “¿qué me va a pasar?”, “¿volveré a ver a mis papás y hermanos?”, “¿podré seguir jugando con mis amiguitos?” y “¿me voy a morir?”.
Ella misma asegura que las reacciones más comunes en los papás son la negación y la culpa, al creer que tal vez no hicieron lo suficiente para que su hijo llevara una vida más saludable.
Hallar el tiempo perfecto
En primera instancia, es relevante partir de la idea de que en la actualidad existen protocolos médicos que apuntan hacia un mejor pronóstico del cáncer.
Partiendo de lo anterior, se puede abordar la información con el pequeño mencionando que está transitando por una enfermedad ya detectada por los médicos y que del infante se requerirán grandes esfuerzos y su cooperación.
“Pero un infante de seis años en adelante, y sobre todo un adolescente, definitivamente que está consciente de lo que implica una enfermedad como esta y que será importante que se les informe. Es fundamental que el niño tenga la información precisa a su nivel, pero sobre todo explicarle que necesitarán de su cooperación por todos los procedimientos médicos a los que será sometido”, explica la también especialista en duelo.
Una manera de explicarles a los menores que tienen cáncer (leucemia) pueda darse recurriendo a relatos que traten alegóricamente esta situación.
Así, bien puede decírseles a pequeños de cuatro a 10 años de edad que dentro de su cuerpo hay un bichito en la sangre y que, al recibir la quimioterapia, en ella hay superhéroes que pasarán a su cuerpo por medio de un líquido que eliminará las células malas.
Cuando la situación es más apremiante
Murillo Garza brinda algunas sugerencias sobre cómo actuar si es que el infante cuestiona sobre su futuro.
En la gran mayoría de los casos, los médicos les informan a los padres acerca de que el menor va a fallecer y, desde el libre albedrío de los progenitores, ellos tomarán la decisión de informarle al infante y debe respetarse la decisión.
La especialista de la UANL afirma que un gran número de las familias abre la información hacia los niños para brindarles la mayor calidad de vida posible.
Sin embargo, los infantes cuentan con una sabiduría interna que los faculta para a cierta edad ya conceptualizar lo que es la muerte, por lo que Murillo Garza señala que es fundamental hacerles ver que esto forma parte de la vida de todas las personas.
“También es importante sondear al pequeño sobre sus necesidades o deseos a cumplir, como el conocer a su jugador de futbol o artista favorito o el realizar algún viaje en familia a un destino especial”, detalla la psicóloga.
Otro acto importante antes de fallecer es que el infante realice su propio testamento, en donde en vida defina para quién serán sus pertenencias o juguetes.
Tomando en cuenta todo lo anterior, el pequeño tendrá una despedida digna tanto física, emocional y espiritualmente, y la familia quedará en paz con lo hecho.
Sus deseos
Ponderando la sabiduría que poseen los niños, Leticia Aglae Murillo Garza advierte que los pequeños son capaces de externar algunas conceptualizaciones de la muerte que, al estar cargadas de simbolismos, dan un enfoque único a esta difícil etapa de su vida, tal como se deja ver en los siguientes testimonios.