El efecto social prolongado de la COVID-19 no se va a retraer: Mario Luis Fuentes Alcalá
Ciudad de México, UNAM.- La desigualdad y la discriminación son fenómenos estructurantes de otras privaciones: pobreza, marginación y exclusión, y la suma de ello da como resultado la vulnerabilidad que imposibilita tener una vida de derechos, afirmó el presidente del Patronato Universitario de la UNAM, Mario Luis Fuentes Alcalá.
El también investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo y exintegrante de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional, agregó que así ocurre en los espacios de mayor marginalidad. “Los grupos indígenas enfrentan con dureza tales procesos, que son interdependientes y simultáneos: el que vive pobreza vive marginación, exclusión, etcétera”.
Al inaugurar el Seminario Permanente de las Ciencias Sociales “Reflexiones del Mundo Contemporáneo desde las Ciencias Sociales: Estudios y Aportaciones”, Leticia Cano Soriano, coordinadora del Consejo Académico del Área de las Ciencias Sociales (CAACS), expuso:
Se creó a partir del interés por establecer un diálogo y reflexión inter, multi y transdisciplinar entre las licenciaturas que pertenecen a esa área del conocimiento. “Es decir, abrir un espacio en el que converjan diferentes voces, saberes, visiones, formas en que nos aproximamos a las ciencias sociales, con la intención de analizar y profundizar los problemas que nos aquejan”, puntualizó en esta actividad académica organizada por el CAACS y los Comités Académicos de Carrera del Área de las Ciencias Sociales.
Al ofrecer la conferencia magistral “Pensar la Cuestión Social en el Siglo XXI”, Mario Luis Fuentes añadió: ante los problemas que afrontamos, la pandemia de la COVID-19 es un centro que permite percibir una nueva cuestión en la cual la enfermedad y la muerte no son un dato de salud, sino la expresión de las desigualdades.
La emergencia sanitaria ha moldeado y transformado los lugares donde convivimos y habitamos; el eufemismo de “quédate en casa” se convirtió en una noción que refiere la enorme simplificación de la realidad. “Hay muchos espacios que no son un espacio de protección y convivencia, sino cuartos para resguardarse de la noche o salir de la amenaza de las calles”, aclaró el experto.
En el país existen 7.9 millones de viviendas sin agua entubada en el interior, 1.5 millones sin drenaje; 1.2 millones con piso de tierra y en 4.4 millones se usa carbón y leña para cocinar. Además, 4.3 millones carece de refrigerador y 9.54 millones de lavadora. Peor aún, en casi un millón de hogares una niña o niño comió solo una vez al día o ninguna.
El impacto del confinamiento ha sido enorme, pero sobre todo la falta de una estructura pública, gubernamental, que genere crecimiento con equidad y empleo, que vaya más allá de transferencias que, sin duda, son importantes pero insuficientes, opinó Fuentes Alcalá.
En el encuentro, el académico consideró que probablemente uno de los desafíos es una economía que lleva estancada 20 años. La falta de crecimiento se manifiesta en las críticas condiciones del empleo, el cual debe ser dimensionado como “el gran factor de la nueva cuestión social del siglo XXI”.
Una de cada tres personas, continuó, enfrenta la realidad de que su ingreso diario es menor de 350 pesos. La emergencia sanitaria ocasionó que una cantidad importante de hogares padecieran reducción de percepciones y prácticas de sobrevivencia, como vender los activos que tenían y endeudarse hasta el límite.
El efecto social prolongado de la COVID-19 no se va a retraer. Se puede hablar del indicador del número de personas enfermas o de muertes, pero sus dimensiones sociales van a acompañar a esta generación, sobre todo niños y adolescentes, quienes enfrentarán empobrecimiento y la enorme privación que implica la falta de recursos, advirtió.
Mario Luis Fuentes recalcó también que el mundo social está dimensionado por las violencias, que envuelven todo y tienen el potencial de estructurar lo social, y la misma magnitud de la desigualdad y la discriminación. “Estos fenómenos están erosionando a las democracias, a los Estados, y mostrando las insuficiencias de las arquitecturas institucionales establecidas para los derechos humanos”.
Gran cantidad de violencias no responden al crimen organizado, sino que tienen que ver con el ámbito privado, derivadas de la ideología dominante y la herencia cultural, incluso de la misma acción gubernamental. “Complejizarla se vuelve urgente, porque nombrar a una sola, aún la homicida, oscurece a las demás”.
Somos un país de víctimas, sentenció. Entre 2008 y julio de 2021 se asesinaron a 427 mil 925 personas, 91 en promedio cada día. De 2007 a 2019 se acumularon 33 mil 501 defunciones de mujeres por homicidio (presuntamente feminicidios), en promedio 9.3 cada día, a lo cual se suma la cifra de 95 mil personas desaparecidas según datos oficiales.
La pandemia persiste y tendrá todavía un largo proceso. La emergencia sanitaria ha provocado, por primera vez, la caída del desarrollo humano a nivel mundial. Esta crisis afecta los ingresos, salud y educación, con tasas de no escolarización y rezago educativo en primaria que probablemente caerán a los niveles de mediados de la década de 1980, alertó.