Tiene vida y destino propios, se acomoda a lo que el hablante necesita, consideró Angelina Muñiz-Huberman
Ciudad de México, UNAM.- México, como país de acogida de diversas emigraciones, ha sido y es sede de una gran diversificación de lenguas. Las originarias existen por decenas, entre ellas el maya, náhuatl, mixteco, zapoteco, totonaco, chol o mazateco; las hablan más de siete millones de personas, señaló la poeta y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Angelina Muñiz-Huberman.
Con la Conquista se impuso el castellano. A la manera de los romanos y de la obligación del latín en los países europeos que conquistaron y dieron origen a las lenguas romances, el proceso de la influencia de unas lenguas sobre otras es imparable.
En nuestro país existe el proceso a la inversa, de la influencia de las originarias sobre la impuesta, por ejemplo los mexicanismos como chocolate, aguacate, tlapalería, chapulín o chamaco, remarcó.
Debido a la Segunda Guerra Mundial, México se volvió un espacio para refugiados quienes huían del fascismo; llegaron polacos, franceses, alemanes y judíos con sus lenguas viajeras. En la actualidad, además, podemos pensar en otras como inglés y sus tecnicismos, que nos estamos acostumbrando a usar, sobre todo por el fenómeno creciente del mundo cibernético, añadió la también ensayista y narradora.
Durante la 6ª Jornada de Charlas y Conferencias por el Día Internacional de la Lengua Materna, organizada por la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), Unidad León, expuso:
La lengua es tan poderosa que puede ser amada o tratarla sin el debido respeto; acompaña en el exilio, borra la soledad, establece la hermandad y es consuelo, es fuerza que, para los dictadores, puede ser una amenaza, y niega su habla a los pueblos derrotados.
Puede ser impuesta a los países conquistados como ocurrió con el español, inglés, francés o el portugués frente a la primigenia de los pueblos originarios que, sin embargo, persiste escapando al dominio, la violencia e ideologías, y aún el polémico llamado lenguaje inclusivo, añadió la integrante de la Academia Mexicana de la Lengua.
La también ganadora de los premios Xavier Villaurrutia (1985), Internacional de Novela Sor Juana Inés de la Cruz (1993), Universidad Nacional en Creación Artística y Extensión de la Cultura (2003) y Nacional de Artes y Literatura (2018), refirió que el ser humano se ha caracterizado por la necesidad de moverse de su territorio original; atraviesa fronteras por diversas causas y se instala en nuevos lugares.
A donde va, “Lo acompaña y siempre será su consuelo poder usarla para expresar sus más íntimos sentimientos o pensamientos. Lengua y vida serán una y la misma”, recalcó.
En la inauguración del encuentro, la directora de la ENES León, Laura Susana Acosta Torres, señaló que para este evento se organizaron conferencias, mesas de diálogo, podcasts, con información importante para pensar, recordar y valorar las lenguas originarias, y contribuir para que no se pierdan.
Esta jornada, recalcó, es pertinente para nuestros alumnos de Desarrollo y Gestión Interculturales, y Traducción, y también una aportación para la formación integral de los estudiantes del resto de las licenciaturas y posgrados.
Al hacer uso de la palabra, la coordinadora de Difusión Cultural de esta entidad universitaria, Alicia Escobar Latapí, citó al historiador universitario Miguel León-Portilla y dijo: cuando muere una lengua, la humanidad se empobrece.
En contraste, al aprender otra se abren ventanas y uno entra en contacto con una nueva cosmogonía, una forma de ver el mundo a través de otros ojos. Aprendamos estas lenguas, conservémoslas, y a través de ese aprendizaje nos aproximemos a recientes visiones. “No pensemos en las lenguas que han muerto, sino en las que todavía están con nosotros y podemos aprender”.
Al continuar su explicación en la sesión presentada por Alan Sánchez Vázquez, coordinador de las Jornadas, Muñiz-Huberman recordó:
La garganta, el paladar, la lengua, los dientes y su disposición han permitido pronunciar sonidos que conducen a la palabra. Fonemas, unidades mínimas, se acomodan y repiten, se combinan para llegar a significar algo. “Aparecen el ritmo y el acento para ayudar a la memoria. La música va paralela al lenguaje; surge el canto para contar y deleitar”.
Esa mujer africana que hasta ahora es la más antigua hallada arqueológicamente, llamada Lucy, nos legó las lenguas que hoy seguimos hablando. Los investigadores se dividen entre un solo origen y varios; no importa, el caso es que el género humano habla, recalcó.
Y lo hace gracias a la mujer, a la madre del recién nacido, quien ya desde el útero escuchaba el eco de las palabras, y al nacer y estar en sus brazos pudo mirar la boca y oír los sonidos que de ahí escapaban. “Por eso se llama así, lengua materna, y la seguimos celebrando”. Luego viene la aventura de aprender otras.
Las lenguas tienen vida y destino propios, sus viajes, y se acomodan a lo que el hablante necesita, como es el caso del ladino, o judeo-español, lengua, ante todo, viajera. Tal era el idioma hablado en 1492. De España y Portugal a Turquía, pasando por Inglaterra, Francia, Italia, Rumanía, Bulgaria, o Marruecos, enriqueció su vocabulario con palabras de uso frecuente que procedían de los idiomas de estos países. En cuanto a la fonética, se conservó la pronunciación del castellano medieval, acotó Angelina Muñiz-Huberman.
También asistieron al encuentro Javier de la Fuente, primer director y fundador de la ENES León, y actual titular de la Unidad de Extensión San Miguel de Allende de esta entidad; y Concepción Arenas Arrocena, secretaria general de la Escuela.