César Cantú, especialista en ecología de poblaciones de la UANL, pide al gobierno y sociedad en general cuidar y destinar recursos a los espacios naturales del estado
Por: Eduardo Rodríguez Palacios
Monterrey, México, UANL.- Actualmente, Nuevo León cuenta con 41 áreas naturales protegidas, que es alrededor del 9.4 por ciento de su territorio, sin embargo, falta mucho por trabajar en este terreno, ya que se busca alcanzar la meta establecida por la Organización de las Naciones Unidades (ONU) para el 2030, que es del 30 por ciento de los ecosistemas terrestres protegidos.
Ante este escenario, el investigador de la Universidad Autónoma de Nuevo León César Cantú Ayala hace un llamado al gobierno y la sociedad para cuidar, proteger y destinar recursos a estos espacios naturales que brindan aire limpio, agua, paisaje, suelo y alimento a través de los polinizadores que ahí habitan y que son claves para los cultivos, además de ofrecer otros beneficios ambientales.
Entre los ecosistemas que se han visto amenazados por el desarrollo de nuevos fraccionamientos y crecimiento poblacional se cuentan el Cerro de las Mitras, el Cerro de la Silla, el Cerro del Topo Chico y el Parque Nacional Cumbres de Monterrey, siendo este último relevante para la entidad al abastecer alrededor del 70 por ciento del agua que se consume en el área metropolitana de Monterrey.
“De las 177 mil hectáreas que tiene actualmente el Parque, el 10 por ciento ya se perdió en amparos que han puesto los propietarios de estos terrenos que desean desarrollar proyectos urbanísticos, que no significa que los vayan a hacer, pero están en una condición de espera mientras esta situación se define”.
¿Cómo proteger un ecosistema?
Un área protegida es un espacio que reúne características importantes desde la perspectiva de la biodiversidad y que contiene ecosistemas en buen estado, donde operan los procesos ecológicos y evolutivos de manera natural, además de permitir que las especies se desarrollen de forma natural.
Pero para hacer que todo lo anterior se realice con normalidad, el investigador de la Universidad Autónoma de Nuevo León señala que no solo basta con declarar oficialmente a un área como protegida, sino que debe generarse un programa de manejo en el que se describa qué es lo que contiene cierto espacio, sus tipos de ecosistemas, así como su flora y fauna.
Posteriormente, hacer un diagnóstico de las condiciones en que el área se encuentra respecto al uso de los humanos, al mismo tiempo que se plantean actividades planificadas para resolver cada una de las problemáticas que se presenten en un plazo definido con actores participantes como instituciones, organizaciones y sociedad adentrados en la materia.
Como dato relevante, un área protegida a nivel mundial tiene 27 personas asignadas para trabajar en ella por cada 100 mil hectáreas. En el caso de México, por cada 100 mil hectáreas se tienen seis personas asignadas, es decir, hay un déficit en este rubro.
“Por ejemplo, el Parque Nacional Cumbres de Monterrey tiene 177 mil hectáreas y tiene cinco personas asignadas, por lo que está aún por debajo de la media nacional, que son seis”, señala el profesor de la Facultad de Ciencias Forestales de la UANL.
Retos para el cuidado de los ecosistemas
Conforme a lo expresado por el especialista en manejo de áreas naturales protegidas Cantú Ayala, el primer reto es que el estado destine más recursos económicos para el cuidado y protección de estos ecosistemas, y no verlos como parte de un entramado ajeno que no brinda beneficios o como algo que no requiere inversión al no reportar una utilidad económica inmediata.
“Desgraciadamente, estos espacios no tienen un mercado desde el punto de vista económico en que uno pueda establecer el valor de los productos que se generan, por ejemplo, cuánto vale el aire limpio, cuánto vale el paisaje, cuánto vale la polinización, etc. Y muchas veces, estos recursos los consideramos infinitos y que nunca se van a deteriorar”, expone el especialista en ecología de poblaciones.
Por su parte, el reto para la sociedad es que tome conciencia del papel que tiene como entidad biológica y como un conjunto de seres que requieren de estar en contacto con la naturaleza, porque esto ayuda al equilibrio interno del humano tanto física como mentalmente.