Las Pcd desean contribuir al desarrollo educativo y económico de la sociedad.
Por María Rubí Carrillo/Agencia de Noticias 3er Sector
Monterrey, México.- El 12 de febrero de 2013, el Senado de la República instauró el Día Nacional por la Inclusión Laboral, para conmemorarse en México cada 27 de febrero. Esto se hizo con el fin de enaltecer y visibilizar el derecho al trabajo que toda persona tiene de manera constitucional y que así los grupos más vulnerables pudieran también gozar de los privilegios, facultades y responsabilidades que este derecho nos otorga. Sin embargo, hoy en pleno 2018, si se habla de inclusión laboral en las personas con discapacidad nos encontramos muchas veces con pocas oportunidades a pesar de que los últimos años se han abierto diversos programas conocidos como: “Abriendo Espacios” de la secretaría de trabajo, “Éntrale” el cual es una iniciativa del Consejo Mexicano de Negocios, entre otros, los cuales han hecho un aporte considerable a que se cumpla este derecho y a que el día anteriormente mencionado como día de la conmemoración de la Inclusión Laboral sea realmente un motivo real de celebración, pero todavía como país, como sociedad, se carece de una verdadera cultura incluyente, pues la gente tiene muchos mitos y miedos infundados sobre el concepto de discapacidad.
¿Sabías Qué?
Una Persona con discapacidad es aquélla con deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás (Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ONU).
El INEGI dice que se estima que:
En el mundo, hay alrededor de 500 millones de personas con discapacidad (que representa la décima parte de la humanidad).
La OMS estima que 98% de las personas con discapacidad que viven en los países en desarrollo están en total desamparo, puesto que no son beneficiarios de ninguna asistencia médica gratuita ni de seguridad social.
Tengo 30 años enfrentando una condición de discapacidad generada en mi nacimiento diagnosticada como parálisis cerebral infantil y puedo decir que las personas con discapacidad somos seres humanos igual que tu; con anhelos, sueños, talentos e ilusiones de ser personas preparadas, productivas e independientes y así contribuir al desarrollo educativo y económico de la sociedad. Recientemente la educación y las leyes nos han abierto mayores oportunidades de participación.
La educación es reconocida como una de las características más importantes de la población, ya que a través de ella se pueden obtener los conocimientos, habilidades y aptitudes necesarios para desempeñarse individual, familiar y socialmente.
Según el Censo 2010 (INEGI) en México: la población con discapacidad en edad escolar (3 a 29 años) sólo 45% asiste a la escuela; un porcentaje inferior al de la población sin discapacidad (56 por ciento). La población con dificultad para ver se encuentra entre la que más asiste a la escuela (53.2%), le sigue las personas con limitaciones para poner atención o aprender (51.8%), escuchar (47.1%), hablar o comunicarse (44.8%), caminar o moverse (39.4%), atender el cuidado personal (29.4%) y mentales (28.9 por ciento). En otras palabras, las personas con limitaciones cognitivas y de movilidad al parecer tienen un acceso a la educación más restringido, el acceso a la educación de personas con discapacidad dependen de muchas cosas como la inclusión educativa, la accesibilidad en infraestructura, los dispositivos tecnológicos y las adecuaciones en los programas educativos.
Como licenciada en Psicología Industrial y terapeuta en necesidades educativas especiales puedo decir que el mercado laboral actual nos dice que a mayor grado de educación mayor oportunidad laboral.
El Censo 2010 del INEGI da a conocer que la Población Económicamente Activa (PEA) con discapacidad medida a través de la tasa de participación económica, es decir el porcentaje de población que trabaja o busca trabajar –alcanza 29.9%, valor considerablemente bajo comparada con la de su contraparte sin dificultad 53.7 por ciento-, por su parte el porcentaje de Población No Económicamente Activa (69.6%), es alto. De ellos, la gran mayoría declara dedicarse a los quehaceres del hogar (37.3%) o tener una limitación permanente para trabajar (29.9%), seguida de aquéllos que: realizan otra actividad no definida (14.6%), están pensionados o jubilados (13%) o estudian (5.2 por ciento).
Es por eso que actualmente la inclusión puede considerarse una utopía, es decir, se quiere llegar a ella, pero México se encuentra aún en el proceso de la integración, aunque en el discurso se hable ya de inclusión.
Puedo afirmarlo sin temor a equivocarme que así es en la práctica, puesto que desde hace seis años me dedico a la investigación en diversas áreas a favor de las personas con discapacidad y he podido percatarme que un 80% de la población en Hermosillo, Sonora, que es donde yo radico, desconoce los beneficios fiscales de contratar personas con discapacidad y ser empresas o empresarios incluyentes; un 17% asegura conocerlos pero que no ha sido necesario ejercerlos, porque no ha tenido la oportunidad y las características idóneas para cumplir con las obligaciones de ser una empresa incluyente; un 1.5% dice que le es indiferente y el 1.5% restante dice que sí los ejerce pero parcialmente o teniendo empleados con discapacidad temporal y/o discapacidad leve o adultos mayores; y son muy pocos los que están dispuestos a contratar personal que enfrente alguna condición de discapacidad con todo lo que la ley exige.
Las cifras anteriormente mencionadas, fueron cifras obtenidas en la investigación “La discapacidad y mayor oportunidad de empleo en Hermosillo, Sonora” presentada el 11 de marzo del 2014 a la Universidad de Desarrollo Profesional por su servidora María Rubí Carrillo. Anteriormente a esa fecha su servidora ya promovía las políticas incluyentes en las grandes, medianas y pequeñas empresas del sector industrial como reclutador externo con enfoque incluyente y realmente puedo decir que de entonces a la fecha han sido muy pocas las personas que he podido insertar en este trayecto de seis años promoviendo la inclusión laboral, puedo decir con dolor que solo he podido incluir 60 personas y en realidad es algo que considero vergonzoso y a la vez un gran reto, pero creo que el haberlo hecho por cuenta propia y decidirme a llevar a cabo mi labor como cualquier otro psicólogo industrial con el plus de abrir paso a la inclusión laboral, me hizo darme cuenta palpando la realidad de lo lejana y a la vez cercana que puede estar la inclusión laboral si la sociedad pone de su parte, pues en ese trayecto muchísimas veces me vi expuesta a tener que regalar mi trabajo con tal de que al menos se nos diera la oportunidad de ponernos a prueba a mí como reclutador y a las personas que yo evaluaba y reclutaba como empleados.
Hoy puedo decir que con la madurez de los años y el conocimiento de nuestros derechos, tanto ellos como yo hemos aprendido que nuestro trabajo, estudio e inteligencia, pero sobre todo nuestro esfuerzo no se regala y debe ser tan remunerado como el de cualquier otra persona, simplemente porque es un derecho humano inalienable.
Actualmente muchos de nosotros nos vemos en la necesidad de emprender negocios propios o diversas actividades que ayuden a nuestra economía y aunque la sociedad lucha día a día por una mayor inclusión, según lo que al marco legal se refiere en la realidad nos vemos expuestos a que las empresas o personas o asociaciones de la misma sociedad nos ofrecen empleos a prueba sin remuneración los primeros 2 meses y en algunas ocasiones nos ofrecen solo una ocupación sin ninguna remuneración económica, cuando lo que buscamos es ser independiente económicamente mediante un ingreso para así poder formar una vida en plenitud.
Por ese motivo es que yo tengo la consultoría de capacitación externa con enfoque incluyente y actividades de recursos humanos en la que imparto conferencias de múltiples temáticas de manera externa en la República Mexicana, pues descubrí que “autoemplearme” era la mejor manera de abrirme paso a la inclusión laboral y ayudar a que otros también lo hicieran a través de los reclutamientos con enfoque incluyente, aunque en su mayoría he optado posteriormente a la inserción a esas 70 personas que mencioné, a hacer reclutamientos de plantillas laborales generales pues e descubierto que al interactuar conmigo de primera mano hay más posibilidades de que descubra mi potencial y poco a poco poderlos contagiar de mi hambre y sed de inclusión.
En mi experiencia laboral personal les contaré que a pesar de haber sido galardonada en el año 2013 como el Premio Estatal de la Juventud en Discapacidad e Integración con la tesis antes mencionada, tener diplomados en tanatología, educación especial, inteligencia emocional y haber concluido una Maestría en Educación y haber sido distinguida como “Ciudadano del Año” por ser promotora de inclusión laboral, ser destacada como “Mujer Sonorense de Cien” y haber llevado acabo un seminario de liderazgo y empoderamiento a la mujer en Washington por el Washington Center, entre otros distintivos; esto no parece ser suficiente ya que aún con un extenso currículum de más de 500 conferencias impartidas en 6 años, todavía hay gente que pide mi trabajo regalado, pero tengo la firme convicción de que el trabajo es un derecho humano y yo quiero hacer que la sociedad lo comprenda así para que mis futuras generaciones se sientan orgullosas de quien soy, pero sobre todo para que al final de mi vida yo pueda decir que alcancé la plenitud gozando del fruto de mi trabajo.
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