Preservar el recurso para la próxima generación
Por Eduardo A. Sánchez, Director Comercial de Infraestructuras de Tratamiento, Región Norte, SUEZ México
Monterrey, México, Agencia de Noticias 3er Sector/Opinión Invitada.- La urbanización, el crecimiento de la población y el cambio climático están afectando los recursos disponibles en el mundo, particularmente el agua. Compartimos en todo el planeta unos recursos hídricos que son cada vez más escasos, por lo que, para preservar nuestra calidad de vida, nuestro nivel de crecimiento industrial y económico es esencial avanzar hacia la sostenibilidad hídrica.
El desafío de la gestión del agua no se puede resolver sin un cambio radical en la forma como la administramos: replantear esta visión es aún más importante en los países donde se ha llegado a niveles de estrés hídrico.
En este sentido, el desarrollo de tecnologías inteligentes para el agua no solo es un enfoque clave de la política de innovación e investigación, es un tema que nos implica a todos, tiene que ver con garantizar la supervivencia y la calidad de vida de toda la humanidad.
En el siglo XXI la protección del recurso hídrico en cantidad y calidad se ha convertido en una prioridad, por esto, los expertos proponen adoptar una visión global que tome en consideración el Ciclo del Agua en su integralidad, cuyo enfoque es: producir el agua potable de manera responsable; colectar y tratar las aguas residuales y pluviales; realimentar los mantos freáticos; reutilizar la aguas residuales para nuevas y distintas finalidades o usos, y proteger permanentemente los medios naturales y la biodiversidad.
Para lograr esto, es fundamental implantar soluciones tecnológicas desde sistemas de tratamiento convencionales hasta los sistemas más sofisticados; una condición imprescindible es la construcción y operación de plantas potabilizadoras para las ciudades, sean pequeñas o megalópolis, para obtener agua libre de elementos indeseables como minerales, metales pesados, componentes orgánicos, microcontaminantes Contaminantes orgánicos persistentes (COP) y los llamados contaminantes emergentes.
Las condiciones actuales de las fuentes de agua han hecho más complejas las plantas potabilizadoras, que además de los proceso convencionales como la filtración, sedimentación o coagulación-floculación, han tenido que implementar otros como la descarbonatación, suavización, filtración con membranas y desinfección avanzado con luz ultravioleta u ozono.
También es importante que comencemos a adoptar tecnologías que ofrezcan la posibilidad de convertir el agua salada del mar en agua potable.
Seguir produciendo agua potable de calidad
El agua se considera “potable” o apta para el uso y consumo humano cuando cumple con parámetros de calidad muy bien definidos y regulados por la Ley. El agua es un bien sumamente controlado cuya calidad se somete a una vigilancia estricta en cada etapa de su ciclo integral, desde su recolección hasta su reparto y entrega.
El proceso de convertir el agua en un producto potable exige también un amplio conocimiento tecnológico sobre todo el ciclo del agua y sus propiedades químicas. Las reservas disponibles de aguas naturales se constituyen de aguas subterráneas (acuíferos), aguas superficiales estáticas (lagos, lagunas, esteros) o fluidas (ríos) y agua de mar.
Mejoramiento del rendimiento de las redes de agua potable
El crecimiento demográfico, el desarrollo económico, la migración y la urbanización ejercen sin interrupción nuevas presiones sobre los recursos hídricos y la infraestructura para el suministro de agua potable.
Garantizar para todos servicios de agua constante, de calidad y accesible se ha convertido en un reto para los gobiernos locales, las empresas y la comunidad. Para esto, los operadores deben superar un desafío mayor: realizar acciones para optimizar el rendimiento de las redes sin interrumpir el servicio y sin desperdiciar, es decir, maximizar la eficiencia.
Esto supone dos ejes de intervención: reducción de pérdidas evitando fugas en las redes de distribución de agua y reducción de pérdidas comerciales mediante una medida precisa del consumo de agua y una facturación más justa, así como una concientización de los usuarios a no desperdiciar recursos, especialmente cuando son escasos.
Cobrar plena conciencia de su verdadero valor
Para asegurar la distribución de más de 3 mil millones de m3 de agua en el mundo, es necesario que los sistemas de agua mantengan una gestión óptima, atendiendo las necesidades de las autoridades públicas, colectividades locales y los consumidores finales.
Tristemente, el valor real del agua ha sido subestimado: los organismos de agua, cuando existen, se enfrentan a condiciones de presupuestos restringidos para lograr la eficacia de sus servicios: inversiones reducidas, escasez de agua, fraudes, envejecimiento de los sistemas de información, infraestructura obsoleta. En el contexto mundial, se han registrado un total de pérdidas comerciales que se aproximan de los 4.5 millones de dólares cada año.
Necesitamos más y mejores redes de aguas residuales
Las aguas residuales mal gestionadas son una fuente de contaminación e infecciones, atentando contra la salud Pública. Otro de los objetivos para el desarrollo sostenible que se han fijado los países del COP21 es la cobertura sanitaria al 100%.
Hay dos tipos de redes de saneamiento o alcantarillados: las redes unitarias que recolectan las aguas residuales y las aguas pluviales en un solo sistema, y las redes separativas, más recientes, que implementan dos sistemas de recolección separados para las aguas residuales y las aguas pluviales. Aunque los principios de recolección sean distintos, los desafíos son los mismos.
Las redes unitarias eliminan la oportunidad de utilizar las aguas de lluvia ya que éstas se contaminan, además, ante el incremento de nivel de lluvias en las ciudades, la capacidad de los sistemas se ve limitada provocando desbordamientos que además de causar inundaciones, diseminan contaminantes y microorganismos.
Se requiere de una solución que ayude a superar estos desafíos, con un cambio profundo de visión, que cumpla con el objetivo de mejorar las condiciones de vida y asegurar la resiliencia de las áreas urbanas. Por ejemplo, el monitoreo continuo del sistema de alcantarillado, con sistemas de alertas que permitan prevenir inundaciones, optimizando las infraestructuras y favoreciendo la protección de las ciudades.
Tratamiento y reutilización de aguas residuales
El aumento de la población mundial, la urbanización, los nuevos modos de producción y de consumo generan volúmenes crecientes de aguas residuales que ponen en riesgo la salud de las poblaciones y el medio ambiente.
Las aguas residuales no tratadas generan una contaminación catastrófica para la biodiversidad y la calidad de los recursos hídricos, por esto hay que tratarlas y favorecer su reutilización para preservar la salud pública y los recursos naturales.
El continuo aumento en el volumen de lodo generado por el tratamiento del agua, vinculado al crecimiento de la población y la extensión de las áreas urbanas, es una preocupación central para las comunidades y los operadores. El tratamiento del lodo de aguas residuales para reducir su volumen y convertirlo en productos útiles se ha convertido en una necesidad.
Preservar el recurso para la próxima generación
Los sistemas actuales deben garantizar la calidad del agua a través de un seguimiento eficaz de la red de agua potable en tiempo real asegurando la distribución constante de agua potable y la capacidad de reaccionar rápidamente en caso de fugas en la red.
Esta complejidad hace parecer al desafío de la gestión del agua como algo imposible de resolver. No obstante, la buena noticia es que el deseo de proteger el medio ambiente se está intensificando: los consumidores y los operadores de los servicios de agua se movilizan cada vez más a favor de una gestión del ciclo del agua respetuosa del recurso, del ambiente y de la sociedad, al mismo tiempo que se preservan los recursos disminuyendo el consumo energético y la huella de carbono.