El cambio climático está teniendo un efecto dramático en América Latina y el Caribe.
Información de Luis Alberto Moreno / President, Inter-American Development Bank
Ciudad de México. (Foro Económico Mundial). - En los últimos meses, algunos países de América Latina y el Caribe han sido escenario de protestas en las que se exigían mayores salarios y menor desigualdad.
¿Significa esto que a los manifestantes ya no les preocupan desafíos a largo plazo como el cambio climático? Por supuesto que no. Las encuestas reflejan sistemáticamente que su población teme al cambio climático más que la de otras regiones.
El año pasado, el Barómetro de las Américas reveló que la inmensa mayoría de la población de México, América Central, Sudamérica y el Caribe cree que el cambio climático es un problema peligroso. Más recientemente, una encuesta de Pew reflejó que está mucho más preocupada por este tema que por otras amenazas globales.
Esto se debe en parte a que la región ya padece episodios climáticos dramáticos, como inundaciones y sequías extremas y huracanes devastadores como Dorian, que destruyó gran parte de las Bahamas.
Si se permite que empeoren, este tipo de episodios podrían cambiar la vida en la región y también en todo el mundo, ya que afectarán a la producción mundial de todo tipo de cosas, desde café y chocolate hasta carne de vacuno, pollo y maíz.
Objetivos locales, desafío global
Esto hace que el cambio climático en la región nos afecte a todos, no solo a los latinoamericanos. También explica por qué los gobiernos locales tienen ambiciosos objetivos de reducción de las emisiones de CO2, incluso cuando tratan de resolver problemas sociales urgentes y protestas callejeras.
Costa Rica, Chile y 21 países de la región han anunciado planes de llegar a «cero emisiones netas» en 2050. Pero para financiar estos planes tan ambiciosos necesitarán mucha ayuda de los inversores.
Nosotros calculamos que los gobiernos regionales tendrán que destinar alrededor de 77 000 millones de dólares de aquí a 2030 para cumplir sus objetivos en materia de cambio climático. La inversión pública no puede abarcar más de una cuarta parte de esa cifra, y una pequeña parte podría provenir de bancos multilaterales. El resto tendrá que salir de inversores del sector privado.
Inversión verde
La buena noticia es que en el sector privado existen billones de dólares en activos disponibles para salvar esta brecha de financiación. Solo los fondos de pensiones mundiales cuentan con más de 40 billones de dólares en activos, según el Thinking Ahead Institute.
Muchas empresas también tendrán que invertir más en proyectos verdes para cumplir sus propios objetivos ambientales, sociales y de gobernanza. Pero los inversores solo realizarán inversiones masivas en proyectos públicos respetuosos con el medio ambiente si les resulta fácil hacerlo... y si están seguros de que su dinero servirá verdaderamente para cambiar las cosas.
Los inversores necesitan garantías de que su dinero financiará proyectos medioambientalmente sostenibles y que no se destinará simplemente a construir puentes o cubrir déficits presupuestarios.
Aquí es donde instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo pueden servir de ayuda. Nosotros trabajamos con socios como la Agencia Francesa para el Desarrollo y el banco público de desarrollo de Alemania, KfW, para ayudar a los países a reducir las emisiones y promover normas para inversiones verdes.
También hemos puesto en marcha recientemente la Plataforma de Transparencia de Bonos Verdes, que permite a los inversores rastrear los bonos y ver cómo se utiliza su dinero.
Iniciativas como esta aumentarán el interés de los inversores en proyectos para combatir el cambio climático en América Latina. Por fortuna, el interés por cosas como los bonos verdes va en aumento y cabe esperar que se dispare... si hacemos nuestro trabajo.
En 2019, los países de América Latina y el Caribe emitieron bonos verdes por un valor aproximado de 5 000 millones de dólares, que elevan el total histórico de la región a una cifra de 13 600 millones, según la Climate Bonds Initiative. A mediados de 2019, más de 300 inversores habían mostrado interés en comprar bonos verdes chilenos. Ahora esos bonos están ayudando a Chile a invertir en cosas como edificios verdes y autobuses eléctricos.
Los bonos verdes se están convirtiendo al fin en una opción de inversión generalizada en América Latina. Aun así, representan tan solo el 2 % del mercado mundial de bonos verdes.
Para luchar verdaderamente contra el cambio climático, tenemos que hacer que sea todavía más fácil y atractivo para los inversores ayudar a los países a volverse verdes.
Podemos y debemos hacerlo mejor. Nuestros ciudadanos lo exigen.