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Impulso a iniciativa para combate de la pobreza energética

Desarrollo
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Es un proyecto binacional promovido por el IER de la UNAM y la Universidad de Birmingham, Inglaterra

Por Patricia López Suárez

Ciudad de México, Gaceta UNAM.- Una iniciativa para llevar equipos de energías renovables y ecotecnologías para uso doméstico a familias mexicanas que viven en pobreza energética, además de información sobre cómo funcionan, es impulsada de manera binacional por el Instituto de Energías Renovables (IER) de la UNAM y la Universidad de Birmingham, Inglaterra.

Se trata del proyecto internacional “Mitigación de pobreza energética con enfoque en capacidades a través de soluciones comunitarias innovadoras” (CaPAS, por sus siglas en inglés), un plan académico que, más allá de dotar a familias rurales de equipos de energías renovables, busca concientizar a los integrantes de las familias acerca de la importancia del recurso energético en nuestra vida diaria y dar a conocer el funcionamiento de las opciones limpias.

“Es una iniciativa binacional que trabajamos de manera conjunta Reino Unido y México. Es multidisciplinario; tenemos la participación de ciencias sociales, humanidades y ciencias duras, y está centrado en cómo usamos la energía en hogares mexicanos”, dijo Karla Cedano Villavicencio, investigadora del IER y colíder del proyecto.

Cuatro planes de trabajo

En un taller virtual al que asistieron una veintena de académicos y profesionales del sector energético, entre ellos la colíder del proyecto Harriet Thomson, de la Universidad de Birminghan, Cedano explicó que CaPAS es posible gracias a los apoyos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el British Council. En el equipo colaboran también el Impact Scheme de la Newton Foundation, por parte de Inglaterra, y el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM, por parte de México.

Detalló que la iniciativa tiene cuatro planes de trabajo que interactúan unos con otros. “Lo primero que hicimos fue un índice nuevo para evaluar la pobreza energética en comunidades; después generar conocimiento incluyente, es decir, involucrar de manera importante a las personas con las que trabajamos para poder implementar soluciones tecnológicas, porque se trata de generar innovación social mediante la construcción de conocimiento de manera participativa”.

Un tercer paquete de trabajo fue implementar las soluciones en cooperación, y, el cuarto, desarrollar y evaluar una herramienta que sirva de aquí en adelante para quienes trabajan en el proyecto.

Hasta el momento, los integrantes de CaPAS han trabajado con familias de Atlautla, Estado de México, y de Cuetzalan, Puebla, mientras que próximamente implementarán su iniciativa entre familias de Tzentzéguaro, Michoacán, y Amayuca, Morelos.

Entre las labores que hacen participativamente académicos y familias, mencionó Cedano, destacan el monitoreo de las condiciones físicas de los hogares; la instalación de tecnologías energéticas; las actividades de investigación en vivo, por WhatsApp y por teléfono, y el análisis de datos cualitativos y demográficos.

“Con estas actividades se genera conocimiento incluyente, con énfasis en las capacidades de todas las personas del hogar, y la idea de la energía como una vía para alcanzar bienestar”, expresó.

Entre los ejercicios que se hacen con las familias destacan decidir qué servicios energéticos se relacionan con diversas capacidades de la vida, es decir, con el bienestar físico y mental, la comunicación, aprendizaje y conocimiento, la participación social, la autonomía del tiempo y un ambiente libre, seguro y saludable.

Entre las tecnologías que se ofrecen, la experta mencionó al biodigestor, refrigerador DC (que utiliza energía directa del Sol), calentador de agua solar, calentador de espacios, bombeo de agua solar, luminarias solares, sistema fotovoltaico (aislado o interconectado), cocina solar, la estufa ecológica Patsari y un boiler o calentador de agua acoplado a una estufa.

Entre los impactos de este proyecto binacional, Cedano Villavicencio destacó el académico, pues es el primer caso en integrar y comparar metodologías a las tres formas de medir la pobreza energética; el social, porque ayuda a mejorar la satisfacción de necesidades energéticas, y el institucional, pues implica el desarrollo de una metodología guía para la adecuada adopción de tecnologías energéticas.